Contrapunto de Antropología e Historia en Puerto Rico: Las mentorías de Carlos Buitrago Ortíz y Fernando Picó
Una reflexión sobre las mentorías de los Profesores Carlos Buitrago Ortíz y Fernando Picó y su impacto en la formación de estudiantes en la década de 1980.
Dr. Jaime M. Pérez Rivera
Antropólogo e historiador
Retirado, Universidad de Puerto Rico
Agradecimientos
Agradecemos el apoyo recibido por parte de la Facultad de Ciencias Sociales, en particular al Departamento de Sociología y Antropología, y de la Facultad de Estudios Generales, en especial el Departamento de Humanidades en la Universidad de Puerto Rico. Agradecemos profundamente al Archivo Central de la Universidad de Puerto Rico y a Noemí Sánchez del Decanato de la Facultad de Ciencias Sociales que me facilitaron la consulta de documentación histórica lo que permitió integrar importantes fuentes primarias que enriquecieron el análisis del presente trabajo.
In memoriam al colega, profesor, investigador, amigo y hermano Dr. Edwin Francisco Crespo Torres (1961-2019).
Introducción: Origen del viaje a la antropología
Era el Año Académico de 1979-80 cuando dos jóvenes , criados en la urbanización de clase media de Levittown en el municipio de Toa Baja, Puerto Rico se encontraron en la orientación que ofrecía la Facultad de Ciencias Sociales a los estudiantes de primer año que habían sido admitidos a las concentraciones de Ciencias Sociales. En esta actividad, el orientador olvidó mencionar el programa de antropología entre las concentraciones de Sociales. Inmediatamente uno de ellos alzó la voz para preguntar sobre el programa de antropología. Ante la solicitud, el joven orientador entonces preguntó. Solamente dos levantaron la mano. Uno fue Edwin Crespo Torres y el otro Jaime Pérez Rivera. Esta situación no nos debe sorprender. Era una época en que el programa de antropología tenía muy pocos estudiantes y básicamente se caracterizaba por ser de Antropología Social. Ese año solamente habían entrado diez estudiantes al programa.
Para poder entender la formación académica y la mentoría recibida en aquella época, es importante analizar el desarrollo de los programas de antropología e historia y conocer la formación académica de Carlos Buitrago Ortíz y Fernando Picó.
Origen y desarrollo de la enseñanza de antropología en la Universidad de Puerto Rico
Hace varias décadas, el Dr. Rafael Ramírez ofreció unas pistas sobre el origen del Programa de Antropología. En su artículo “Treinta años de antropología en Puerto Rico” publicado en un número especial de la Revista Interamericana dedicado a la Antropología Social en Puerto Rico, el programa de Antropología había nacido en 1971 tras un largo caminar desde la llegada de Morris Seigel y John Murra. La historia temprana de la antropología en la Universidad estuvo relacionada, con sus encuentros y conflictos, con colaboraciones como por ejemplo entre el Centro de Investigaciones Sociales y el proyecto de investigación que culminó con la publicación de The People of Puerto Rico. Por otro lado, los primeros cursos fueron ofrecidos por Morris Siegel en la década de 1940’s y más adelante continuados por varios antropólogos como Eugenio Fernández Méndez, Donald Hogg, Eduardo Seda Bonilla, Rafael Ramírez y Carlos Ramos entre otros. (Ramírez, 1978)
Pero por otro lado, si examinamos la documentación histórica de la Universidad de Puerto Rico su desarrollo es una más complejo. Se puede identificar tres fases: la integración de clases de antropología en el programa de Sociología (1945-1955), la creación de un programa de bachillerato “sociología-antropología” integrado (1956-) y finalmente la creación del programa de Antropología hacia el año 1971.
El Colegio de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, como originalmente se le llamó a la Facultad, se originó en el Año Académico de 1943-44. Para ese año ya se menciona en el Informe Anual de la Facultad un Programa de Sociología con un solo docente propio, Julia Rivera de Vicenti , pero dependiendo de profesores de la Facultad de Pedagogía, hoy Educación. La enseñanza de la Sociología ya se ofrecía en el Antiguo Colegio de Artes Liberales y en Pedagogía. Aunque no aparecen cursos de Antropología, aparecen temas afines tanto a la Sociología como a la Antropología de la época como “Evolución Social” y “Raza y Cultura”. ( AFCS, Informe Anual 1943-44 ). También se destaca en aquella época el interés del Decanato del Colegio de Ciencias Sociales de integrar el “trabajo de campo” en un curso de Sociología. (AFCS, Informe Anual 1944-45). Este programa en sus primeros años era pequeño en cuanto el número de estudiantes aunque la gran mayoría eran mujeres.
Por otro lado, sale a relucir de la documentación consultada de que que la administración universitaria tenía interés en desarrollar la enseñanza de la Antropología en el futuro. Por ejemplo, apoyaron con una beca a Elena Padilla para que realizara estudios graduados en Antropología en la Universidad de Chicago. (AFCS, IA 1944-45)
No debe sorprender de que en el próximo año académico se inaugurará un nuevo curso de Antropología enseñado por Morris Siegel. En el Informe Anual se destaca que “Se inauguró un curso de Antropología, a cargo del señor Morris Siegel, que tuvo una gran aceptación” (UPR, FCS, IA, 1945-46, p. 4) Este investigador estaba destacado en el Centro de Investigaciones Sociales.
Para el próximo año académico logran que el nuevo curso de Antropología enseñado por Morris Siegel, SOC217, fuera requisito del bachillerato en Sociología y más adelante requisito para todos los estudiantes de ciencias sociales. Este estaba destacado en el Centro de Investigaciones Sociales en donde realizaba una investigación etnográfica en Lajas, Puerto Rico. Para ese año se integra otro antropólogo, Eugenio Fernández Méndez, a la enseñanza en la concentración de Sociología y a la misma le fue otorgado una beca para proseguir estudios en Antropología. Este se encontraba destacado en la Facultad de Estudios Generales. (UPR, FCS, IA, 1946-47)
El año académico 1947-48 fue determinante en darle un impulso de la presencia de la Antropología en la Universidad de Puerto Rico desde dos ángulos. En primer lugar, se ofreció un Seminario de Integración de las Ciencias Sociales que tuvo un impacto en las transformaciones curriculares del Colegio. Este seminario se destacó ya que fue ofrecido por importantes académicos de EEUUA. Entre estos mencionamos a Harry L. Shapiro. Catedrático de Antropología de la Universidad de Columbia, Director del Departamento de Antropología Museo Americano de Historia Natural y Presidente Asociación Americana de Antropología, Julian H. Steward. Catedrático de Antropología de la Universidad de Columbia y Frank Tannenbaum. Catedrático de Historia de Columbia. Entre los participantes de Puerto Rico se destaca John V. Murra, Catedrático Auxiliar de Antropología y Director del Estudio de Comunidades Puertorriqueñas auspiciado por el Centro de Investigaciones Sociales. También se menciona la participación de otros antropólogos como Robert Armstrong e Isabel Caro. Entre los temas discutidos se puede mencionar la relación entre la historia y las ciencias sociales. Es interesante también señalar de que el Decanato de la Facultad recomienda integrar otro antropólogo para la enseñanza, Robert Armstrong, en el próximo año académico. (UPR, FCS, IA, 1947-48) El Profesor Visitante Armstrong tenía una Maestría de la Universidad de Oklahoma. Esté enseñó brevemente el curso de Antropología Social y Cambio Social hasta que renunció para continuar investigaciones en Africa. (UPR, FCS, IA, 1948-49 y 1949-50 )
En segundo lugar, es el nacimiento del proyecto de investigación que culminó con la publicación de The People of Puerto Rico. Para este proyecto el Centro de Investigaciones Sociales (CIS), creado en 1945 e integrado a la Facultad de Ciencias Sociales en 1947, tendrá un papel destacado. En el Informe Anual del CIS se destaca que John V. Murra, era el director del Estudio. En ese momento se identificó como “Estudio Antropológico de Comunidades Puertorriqueñas” en donde participaban estudiantes de las Universidades de Columbia y Chicago que recibían adiestramiento bajo la supervisión de Julian Steward. Adicional a los estudiantes estadounidenses, el documento señala que “En este proyecto trabajan, con crédito académico, algunos estudiantes del Colegio de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico.” (UPR, FCS, IA, 1947-48, 14)
Adicional a la investigación en Antropología Social, se comenzó a realizar una investigación en el campo de la Antropología Física y Biología Humana. Ya temprano en el siglo XX, Franz Boas había realizado una investigación en esa área en Puerto Rico. En la documentación consultada se indica que “Bajo la dirección del Sr. Harry L. Shapiro, Catedrático de Antropología de la Universidad de Columbia y Director del Departamento de Antropología en el Museo Americano de Historia Natural, un grupo de antropólogos estudia las características biológicas de los puertorriqueños para determinar las relaciones entre ellas y los factores naturales y culturales del ambiente” (UPR, FCS, IA, 1947-48, 14). Desconozco si finalmente fue publicada esta investigación.
En los próximos años continúa la enseñanza del curso de Antropología Social y las investigaciones antropológicas desarrolladas desde el CIS. Eugenio Fernández Méndez, anteriormente becado para estudiar Antropología e integrado al Colegio de Estudios Generales, comenzó a ofrecer el curso de Antropología Social. Ya en 1955 estaba más integrado a Ciencias Sociales. Otros profesores ofrecieron el curso de Antropología Social para esa época como Fernando Cámara, Enrique Revol de la Editorial Universitaria y Jaime Toro Caldero de la Facultad de Estudios Generales.
Una nueva etapa del Colegio de Ciencias Sociales y de la presencia de la Antropología ocurre para la segunda parte de la década del 1950 en cuanto a la investigación. El Centro de Investigaciones Sociales auspicia otro proyecto de investigación sobre Cambio Social y Cultural. Robert Redfield. Departamento de Antropología de la Universidad de Chicago, Thomas C. Cochran Departamento de Historia Universidad de Pennsylvania y Reuben Hill. Sociología Universidad de North Carolina aparecen como asesores especiales del Proyecto. Desconocemos que impacto tuvo este proyecto de investigación (UPR, FCS, IA, 1954-55)
Para estos años también el Colegio comienza una revisión curricular los cuales fueron aprobados en su primera fase en mayo de 1955. Parece que Eugenio Fernández Méndez tuvo un papel destacado ya que era coordinador de la facultad de Sociología y miembro del Comité Central de Currículo de Ciencias Sociales. En cuanto al curso de Antropología, se transformó en un curso de Antropología General que incluyera todas las especializaciones. Pero por otro lado, deja de ser requisito para todos los estudiantes de ciencias sociales. Solamente aplicaría a los estudiantes de Sociología y el Programa General, precursor del Programa de Ciencias Sociales General. (UPR, FCS, IA, 1954-55)
Pero la Antropología como área de enseñanza entró en una fase importante e interesante. Como efecto de la revisión curricular en proceso, aparece “Sociología-Antropología” como unidad administrativa de servicio dentro del Colegio de Ciencias Sociales y Eugenio Fernández Méndez como director. Como culminación de la revisión curricular, se aprueba un bachillerato de “Sociología-Antropología” y un Proyecto de Estudios Graduados de “Sociología-Antropología”. (UPR, FCS, IA, 1956-57, 1, 5, 15, 39, Apéndice A y Apéndice K) Este Bachillerato “Sociología- Antropología” parece que sobrevivió hasta mediados de la década de 1960 y el Programa Graduado “Sociología-Antropología” nunca fue aprobado Varios profesores estarán ofreciendo cursos de Antropología como Eugenio Fernández Méndez, Arthur Vidich, Rubén Reina que recientemente había terminado sus estudios doctorales en la Universidad de North Carolina y Hilliard Koppel de Estudios Generales. La presencia de algunos de estos profesores fue breve ya que renunciaron para trasladarse a universidades estadounidenses como fueron Reina a la Universidad de Pennsylvania y Vidich a la Universidad de Connecticut. (UPR, FCS, IA, 1957-58)
Ante estas renuncias, se integra un nuevo miembro a la docencia, Donald Hogg. Este, junto a Fernández Méndez, representan la transición de esta fase con la culminación de la creación del Programa de Antropología a principio de la década de 1970. Su nombramiento fue efectivo en el Año Académico 1958-59. Adicional a la enseñanza de cursos como Antropología, Religiones del Caribe y un nuevo curso que entendemos que fue el precursor del curso de etnografía. Este curso fue Soc. 413. Seminario: Métodos Prácticos y Técnicas de la Antropología. (UPR, FCS, IA, 1962-63 ). Hogg se especializó en los estudios de religiones del Caribe lo que lo llevó a realizar investigaciones en primer lugar a Jamaica para estudiar los Rastafarian y a Guyana. Hogg también dirigió la unidad en periodos breves y fue asesor académico de los estudiantes.
Adicional a Fernández Méndez y Hogg, otros profesores continuaron ofreciendo cursos de Antropología como Toro Calder de Estudios Generales, José Saliceti Watson. Por primera vez Carlos Buitrago aparece brevemente enseñando un curso de Sociología en el Año Académico 1960-61. También en esta época importantes antropólogos ofrecieron conferencias en la Universidad. Entre otros podemos destacar a Oscar Lewis (1962-63).
Hacia finales de la década de 1960, ante el crecimiento del Programa de Sociología y por el interés de varios antropólogos se fue explorando la creación de un Programa y Departamento de Antropología. El 26 de noviembre de 1969 se aprobó en la Facultad una propuesta para crear un Departamento de Antropología. (UPR, FCS, IA, 1969-70, 10) Aunque al final no se aprobó el Departamento, para el próximo año académico aparece el Programa como parte del Departamento de Sociología y Donald Hogg como director. En esa época se integra un nuevo antropólogo puertorriqueño, Rafael Ramírez. La gran mayoría de los profesores que enseñaban sociología y antropología eran de la Facultad de Estudios Generales entre ellos Carlos Buitrago.
Como antecedentes de la creación oficial del Programa, en diciembre de 1970 aparece que un estudiante se graduó en Antropología y dos habían solicitado graduación para el 1971. (UPR, FCS, IA, 1970-71) Por otro lado, no fue hasta diciembre 1971 que oficialmente el Senado Académico del Recinto aprobó el nuevo programa de Antropología lo que permitió que iniciara formalmente en el Año Académico 1972-73. Originalmente se proyecto que se creara un Departamento de Antropología pero nunca se ejecutó. Este programa creado tenia unos elementos curriculares que debemos destacar. Se recomendaba la creación de tres seminarios avanzados: “Capitalismo agrario y el sistema de haciendas en Puerto Rico”, “Antropología de Área Andina” y “Arqueología Práctica de las Antillas y Puerto Rico”. Carlos Buitrago Ortíz, Beate Salz y Donald Hogg respectivamente estarían desarrollando los seminarios. También se recomendaban desarrollar los cursos con enfoques interdisciplinarios. Por ejemplo, en el curso ANTR317. Sociedad y cultura del Arrabal el antropólogo Rafael Ramírez y la socióloga Marcia Rivera estarían colaborando. En el caso del curso de arqueología ANTR359 ya mencionado, se recomendaba colaboraciones con diferentes departamentos de la UPR como historia y geografía como también con el Museo de la UPR. También se estaría colaborando con el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Por último, y no deja de ser importante, el curso de ANTR447. Comportamiento natural de los animales bajo la dirección de Donald Hogg. Un curso que representó una colaboración con el Centro de Primates de la Escuela de Medicina de la UPR (Punta Santiago, Humacao) y con los departamentos de Geografía y Psicología. Los propulsores del nuevo programa entendían que era necesario la creación de un nuevo departamento, apoyo administrativo, 8 nuevas plazas de profesores, una plaza de profesor de visitante, recursos audiovisuales para la enseñanza, salón seminario y un laboratorio para arqueología, antropología física, etología y etnología. (UPR, AC, IA, DSA, CAJA ). Desgraciadamente gran parte del proyecto no se pudo completar.
El currículo del Programa de Antropología reflejaba las visiones dominantes de la Antropología Social integrando la investigación etnográfica y a la misma vez con suficiente flexibilidad para explorar perspectivas interdisciplinarias con otras disciplinas dentro y fuera de las Ciencias Sociales. En los próximos años se van integrando nuevos cursos enfatizando la teoría antropológica y la investigación como fue el curso de Estudios Independientes. También por primera vez se incluye un curso electivo de arqueología enfatizando las Antillas y Puerto Rico. En Verano de 1974 se ofreció un Programa de Investigación Arqueológica. Es interesante destacar que había un gran interés de desarrollar la enseñanza de la arqueología. En el Año Académico 1974-75 se presentó una nueva iniciativa. “El Coordinador de Antropología, y en conjunto con el Director del Instituto de Estudios del Caribe, envió al Decano de Ciencias Sociales una propuesta para desarrollar la enseñanza y las investigaciones arqueológicas en el Recinto”. (UPR, FCS, IA, 1974-75) .
En cuanto al personal docente, Hogg y Ramírez continúan y Carlos Buitrago finalmente se integra al departamento después de estar destacado varios años en Estudios Generales. También se integra Carlos Ramos al departamento. Poco a poco el personal docente, con el auspicio de la Universidad, fueron terminando sus doctorados, Hogg, Ramírez y Ramos en EEUUA y Buitrago en Inglaterra. En esos años enseñaron también Joan Koss, Gus Pantel, Carlos Chaves y Carmen Parrilla. El Programa era pequeño en cuanto al número de estudiantes. En esa época aumentó anualmente hasta que llegó a su máximo de 50 estudiantes para el Año Académico 1980-81. En ese año solamente 10 estudiantes de segundo año se integraron. En el resto de la década de 1980 fue dismuyendo. Fluctuaba alrededor de 20 estudiantes. Para el Año Académico 1974-75 se funda una Asociación de Estudiantes de Antropología. Una de sus primeras actividades fue ofrecer charlas por parte de antropólogos como Eugenio Fernández Méndez, Carlos Buitrago, Carlos Ramos, Rafael Ramírez, Eduardo Seda Bonilla y Ramon L. López. Este grupo de docentes representaban diferentes perspectivas de la Antropología de la época.
En los próximos años el Programa fue transformándose en relación a los intereses teóricos e investigativos del personal docente. Por un lado hay un interés por la Antropología de la Salud fomentado por Carlos Ramos, Rafael Ramírez, Joan Koss y Donald Hogg. En el caso de Carlos Buitrago, la etnografía y la antropología histórica serán sus principales intereses.
En la década de 1980’s la trayectoria curricular del Programa continuó reflejando los intereses de su personal docente: entre la Antropología de la Salud, Antropología Urbana, Religiones Comparadas y la Antropología Histórica pero enriqueciéndose con las nuevos intereses de la nueva generación que aunque sin plazas permanentes dejaban sus huellas en los estudiantes. Como por ejemplo podemos mencionar a Antonio Lauria, Ramon López, Mérida Mercado y Carmen Pérez Herranz.
En la segunda mitad de la década de 1980’s representó una nueva etapa del Programa. En primer lugar la integración de la arqueóloga Diana López Sotomayor y el comienzo de una nueva revisión curricular que culminó con la aprobación de la misma en el Año Académico 1988-89. En esta nueva etapa comienza un nuevo crecimiento del número de estudiantes gracias al interés que fomentaba la arqueología. En el Año Académico 1985-86 comienza a fomentarse aún más la arqueología gracias al papel de Diana López Sotomayor. Por ejemplo, se gestionó un coauspicio para una exposición materiales arqueológicos de las excavaciones del Templo Mayor México y también desarrollar el estudio y la investigación de la arqueología de PR y el Caribe. A la misma vez el Dr. Eduardo Matos Moctezuma ofreció cursillo y conferencias de arqueología mexicana. López Sotomayor fue nombrada curadora del Museo al año siguiente. Más adelante la arqueóloga Karen Anderson propuso un proyecto de investigación arqueológica novedoso: una unidad de arqueología de rescate con un espacio de laboratorio en el Edificio Cuartel Ballajá en el Viejo San Juan.
En resumidas cuentas, la investigación y la enseñanza de la Antropología en la Universidad de Puerto Rico entre 1945 y 1989 tuvo diferentes etapas de desarrollo pero con dificultades y limitaciones por falta de recursos académicos y administrativos.
La formación académica de Buitrago Ortíz y Picó
Carlos Buitrago Ortíz y Fernando Picó se desarrollaron como académicos e investigadores por diferentes caminos. Sus encuentros y desencuentros fueron posibles en sus etapas de mayor productividad investigativa de finales de la década de 1970’s en adelante. Esto se debió en parte al impacto que tuvo sus formaciones académicas, la antropología y la historia respectivamente, y sus bajases teóricos como el marxismo y la Escuela de los Annales de la historiografía francesa. Para poder entender su impacto en una generación de estudiantes, es importante tener un panorama general de su formación académica.
Buitrago Ortíz: La crítica y la etnografía como baluarte de la investigación
Buitrago Ortíz estudia Sociología en la Universidad de Puerto Rico en donde se graduó en 1954. Como indiqué anteriormente, en aquella época el Programa era pequeño y tenía alrededor de 20 estudiantes. Se ofrecía un curso requisito de Antropología Social, SOC217, tanto para los estudiantes de Sociología como para el resto de los estudiantes de Ciencias Sociales. Eugenio Fernández Méndez, de la Facultad de Estudios Generales, era el que ofrecía el curso aunque también otros profesores lo impartían. Sobre la calidad de Buitrago como estudiante, el Profesor Héctor Estades, de la Facultad de Estudios Generales y que enseñaba también Sociología, señalaba que “El Sr. Buitrago fue uno de mis mejores estudiantes en el Colegio de Ciencias Sociales.” (Universidad de Puerto Rico. Archivo Central. Cartapacio Buitrago Ortíz, Carlos. Credenciales Académicas. UPRRP-AU-562-B1-18-11. Universidad de Puerto Rico. Decanato de Administración. Oficina de Personal Docente. Información sobre Solicitantes. 2 de abril de 1958. Carta Hector Estades).
A graduarse tuvo una breve experiencia de “asistente de investigación” como entrevistador de un estudio socioeconómico y también ejercicio la enseñanza como maestro de escuela pública en Hato Rey, Puerto Rico. En 1956 continuó estudios graduados en el Departamento de Sociología y Antropología de New York University. En esta etapa no recibió apoyo económico de la UPR. En esta universidad tomó una serie de cursos que nos ofrece un panorama general de su formación académica: Teoría Sociológica, Antropología Cultural, Etnología del Sureste de Asía, Teoría Antropológica, Relaciones Interculturales, El Niño en la Sociedad, Etnología de Europa, Socialización y Organizaciones Burocráticas. Igualmente los títulos de sus trabajos monográficos nos ofrecen sus primeras experiencias investigativas a nivel graduado: los vascos, sobre Lewis Morgan, Estudio de Cambio Social, Indochina, Cultura y Personalidad. ( Universidad de Puerto Rico. Archivo Central. Cartapacio Buitrago Ortíz, Carlos. Credenciales Académicas. UPRRP- AU-562-B1-18-11. Gobierno de Puerto Rico. Universidad de Puerto Rico. Decanato de Administración. Solicitud de puesto. 1ro. De abril de 1958.) Por otro lado su tesis de Maestría no implicó trabajo de campo sino investigación en Bibliotecas ya que fue sobre la figura de Eugenio María de Hostos. En 1960 fue aprobada la tesis con el título “Eugenio María de Hostos: An introduction to his social thought as related to Puerto Rico and America” Sobre cómo fue Buitrago como estudiante graduado, una carta de recomendación del director del Departamento de Sociología y Antropología de New York University nos puede dar unas pistas. Wellman J. Warner señalaba que “The members of the staff have found him responsive, cooperative, and hard working” y añadía “It has included course preparation in both sociological and anthropological subjects”. (Universidad de Puerto Rico. Archivo Central. Cartapacio Buitrago Ortíz, Carlos. Credenciales Académicas. UPRRP-AU-562-B1-18-11, University of Puerto Rico. Office of the Dean of Administration. Academic Personnel. Information about applicants. April 2, 1958. Aplicando para instructor de Sociología y Antropología. Carta de Wellman J. Warner, Head Graduate Department of Sociology and Anthropology, New York University. Esta etapa académica de Buitrago representó una fase de formación “antropológica-sociológica” que implicó más investigación de bibliotecas que la realización de trabajo de campo etnográfico.
En 1958 regresa a Puerto Rico y solicita un puesto de docente en el Programa de Sociología y Antropología de la Universidad de Puerto Rico. Como ya señalé, en esa época el Colegio de Ciencias Sociales estaba en una etapa de cambios, especialmente curriculares. Desde el Año Académico 1956-57 había ocurrido un cambio curricular en donde integraron “Sociología- Antropología” y estaba en planes la creación de un Programa Graduado. La solicitud no fue aprobada ya que no habían supuestamente plaza. (Universidad de Puerto Rico. Archivo Central. Cartapacio Buitrago Ortíz, Carlos. Credenciales Académicas. UPRRP-AU-562-B1-18-11. Gobierno de Puerto Rico. Universidad de Puerto Rico. Decanato de Administración. Solicitud de puesto. 1ro. De abril de 1958.) Su primera experiencia de enseñar en la Universidad ocurre en el Año Académico 1960-61 ofreciendo un curso de Sociología. En esa época logra un puesto en la Facultad de Estudios Generales pero estará de licencia para continuar sus estudios doctorales. Ya en 1967 le habían otorgado permanencia.
En 1961 continúa sus estudios doctorales en Inglaterra en Cambridge University. Esta Universidad es de gran prestigio internacional incluyendo su programa de Antropología. En el contexto de la época dominaba el pensamiento funcionalista con implicaciones metodológicas en una etnografía basada en un trabajo de campo fundamental para estudiar al grupo escogido. Allí estuvo del 1961 al 1964. Ya en 1966 le habían otorgado el grado doctoral de la prestigiosa universidad inglesa. La experiencia británica en Cambridge es importante entenderla para comprender el impacto que tuvo en Carlos Buitrago Ortíz como investigador y mentor de estudiantes. La documentación disponible en los archivos de la Universidad de Puerto Rico nos ofrece excelentes pistas sobre el particular.
Buitrago al ser aceptado en la universidad británica, fue puesto a prueba en su primer año. Esta situación era común en la época para los estudiantes extranjeros. Dependiendo de su desempeño lo aceptarían o no a los estudios doctorales para realizar su tesis doctoral. En ese primer año tuvo que realizar una serie de trabajos que fueron evaluados por Fortes. Este prestigioso antropólogo británico Meyer Fortes fue su director de tesis. En conversaciones personales con Buitrago, este nos señalaba que tuvo que realizar una serie de lecturas y participar en Seminarios que fueran pertinentes para sus metas académicas. Ya terminado su “rito de paso”, Fortes entendió que estaba preparado para realizar su investigación antropológica. Era requisito que realizara trabajo de campo por un año. En la documentación consultada, da a entender que varios estudiantes de Cambridge realizaban investigaciones en Jamaica y en otras islas del Caribe. Al final, Fortes y Buitrago acordaron realizar su investigación en Puerto Rico. Entendemos que esta acción creó un precedente en el sentido de que el Antropólogo estudiaría su propia sociedad y no otra alejada como era el uso y costumbre en la historia de la Antropología. Al finalizar su trabajo de campo regresa a Inglaterra para organizar la data obtenida y redactar su tesis en un año. Ya en 1966 Buitrago obtiene su doctorado. Como explicaremos más adelante, Buitrago aplicaría su experiencia educativa británica en nuestra época en los cursos de “Métodos y Técnicas Etnográficas” y “Estudios Independientes”.
A los dos años de fundarse el programa y después de enseñar desde 1958 en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Estudios Generales, un novel antropólogo egresado de la Universidad de Cambridge en Inglaterra y con experiencia de trabajo de campo etnográfico en el barrio Esperanza, Arecibo, Puerto Rico en los 1960’s se une al Departamento. Este fue nuestro estimado mentor Dr. Carlos Buitrago Ortíz. Según el Dr. Rafael Ramírez en el artículo previamente citado, en el Programa de Antropología de aquella época “prevaleció el análisis estructural influenciado en el principio por el estructural funcionalismo y la ecología cultural. En la década de los setenta se amplían los enfoques y se incorporan las aportaciones teóricas del materialismo histórico.” (Ramírez, 1978: 48)
En esos años continúa su desarrollo como investigador e impactando a los estudiantes en los cursos enseñados. En esa década se fue fortaleciendo su interés en realizar investigaciones en torno al Puerto Rico del siglo xix centrándose en el estudio etnográfico e histórico, y con la colaboración de sus estudiantes, del capitalismo agrario, la formación de las haciendas cafetaleras, la propiedad privada, el sistema de parentesco y la esclavitud. Si analizamos los informes presentados a la administración universitaria podemos entender sus intereses de investigación de aquella época: “desarrollo del capitalismo agrario en el Puerto Rico del siglo 19 y sus posibles relaciones con la cultura y sociedad mediterránea.” (1971) “Origen formación y desarrollo del capitalismo en P.R. 1857-1940” (1972), “Nombres, apellidos y parentesco en Adjuntas, 1820-1878” (1986) Universidad de Puerto Rico, Archivo Central, CARTAPACIO BUITRAGO ORTÍZ, CARLOS. LICENCIAS. UPRRP-AU-562-B1-18.
Podemos señalar que el Dr. Buitrago en los próximos años trabajará en lo que podríamos llamar “Antropología histórica”. Dirigirá principalmente sus investigaciones hacia el mundo de la producción cafetalera en la zona montañosa de Puerto Rico. Enfatiza en la consulta de manuscritos originales rescatados de la Familia Pietri Mariani y otras documentaciones disponibles en archivos de Puerto Rico y España. Sus cursos creados y enseñados en aquella época se convirtieron en talleres y seminarios tanto de debate teórico como de investigación, que fueron clave en la formación de aquellos jóvenes del siglo pasado. Cursos como Métodos y técnicas etnográficas, Seminario de antropología social e historia social, Estructura y organización social, Antropología del Mediterráneo y el Caribe y Recursos archivísticos para la investigación antropológica fueron parte de lo que podríamos llamar una “concentración menor” en Buitrología. Aquella época representó su etapa marxista y funcionalista, como ya han indicado Giovannetti e Ismael García “In Memoriam. Antropológo, mentor y crítico de vocación: Dr. Carlos Buitrago Ortíz (1930-2013): Profesor Distinguido” publicado en Caribbean Studies en el 2014. Por supuesto su mentoría no se limitó al salón de clase sino que continuaba en su oficina, en Adjuntas, en centros de sociabilidad informal y hasta en el balcón de su apartamento en el Edificio Puerto Rico de la Avenida Universidad. Éste fue el Carlos que conocimos aunque estamos consciente de que otras generaciones más jóvenes conocieron otro Carlos con otros enfoques teóricos, metodológicos y temáticos como podrán apreciar en este Simposio.
Buitago Ortiz como mentor
Pero nuestro primer encuentro con nuestro futuro mentor fue más bien un encontronazo entre dos visiones. Por un lado, la leyenda que circulaba entre algunos estudiantes que era el “terror de los estudiantes” y por otro lado “el gran investigador” que representaba. Venció la curiosidad sobre el miedo lo que nos llevó a matricularnos en sus cursos, ¿Cómo era posible que un catedrático que fomentaba la investigación entre sus estudiantes fuera mal profesor? El tiempo nos dió la razón. Fue una de las mejores decisiones que tomamos como estudiantes.
Desarrollo del programa de historia en la UPR: Sus encuentros y desencuentros con las ciencias sociales
La enseñanza de la historia en la Universidad de Puerto Rico comienza en la década de 1920 como producto de una reorganización. En ese momento Historia estaba junto a Geografía y Ciencias Políticas como parte del Colegio de Artes y Ciencias. Como se puede apreciar, existían unos vínculos entre la historia y las ciencias sociales. (UPRRP, ARCHIVO CENTRAL, INFORMES ANUALES, EXPEDIENTE INFORMES ANUALES 1979-80)
Desgraciadamente como producto de la nueva ley universitaria de 1942 pasa a la Facultad de Humanidades lo que impactó gradualmente la pérdida de su relación con las ciencias sociales. En el ensayo historiográfico “De Salvador Brau hasta la “novísima” historia: un replanteamiento y una crítica” de la Dra. María de los A. Castro Arroyo publicado en OP.CIT en 1989 nos ofrece varias pistas para entender la trayectoria temprana de este Departamento. En primer lugar, Historia fue divorciado de las Ciencias Sociales debido a la reforma universitaria del 1941 influenciada por “la corriente prevaleciente en los Estados Unidos” (Castro, 1988-89: 12).
Con toda esta situación, se debe señalar que en esa década la integración de cursos de Historia en el currículo de las Ciencias Sociales sobrevivió y todavía era importante. Por ejemplo, siete estudiantes graduados de Sociología, todas mujeres, habían realizado un “minor” en Historia. Este elemento nos da indicios temprano de que se intentaba integrar la historia con las ciencias sociales. (UPR, FCS, IA, 1945-46, 18 ) Para el Año Académico 1950-51 se recomendó la creación de un Programa de Historia en el Colegio de Ciencias Sociales diferente al existente en Humanidades (UPR, FCS, IA, 1950-51 ) Nos da la impresión que no fue aprobado pero no están claras las razones.
Volviendo al Departamento de Historia, en los próximos años va desarrollando espacios para fomentar la investigación como lo fueron el Centro de Investigaciones Históricas en 1946 y el Seminario de Estudios Latinoamericanos en el 1968-69. En la década de 1960 se creó el Programa Graduado de Historia ofreciendo una Maestría. Una nueva revisión curricular fue aprobada en 1979. Entendemos que permitió una nueva apertura hacia nuevos acercamientos historiográficos. (UPRRP, Archivo Central, Caja Informes Anuales, Expediente Informes Anuales 1979-80 ) Hasta ese momento, el Departamento de Historia que estaba bajo el liderazgo del Dr. Arturo Morales Carrión representó una visión tradicional de la historia. (Castro, 1988-89) Esta situación fue cambiando gradualmente desde la década de 1960’s y 1970’s por la llegada de los nuevos jóvenes historiadores como el Dr. Gervasio García y el Dr. Fernando Picó. Éstos al igual que otros representaron lo que se llamó “la nueva historia”. Aquel jesuíta medievalista que nunca había enseñado historia de Puerto Rico hasta en 1970 en Nueva York como el mismo señala (Picó, 1988) y que llegó al Departamento en 1972 a una universidad feudal. En el capítulo “La Huelga Socialista en la universidad feudal” del libro Las Vallas Rotas Picó nos recuerda aquella universidad de los profesores, administradores y estudiantes. “Para aquella época muchos integrantes de la comunidad universitaria parecían cautivos de roles estereotipados. Muchos de los profesores todavía llegaban a clase engabanados; muchos todavía hablaban en una jerga tardía benitezca, en la que el estilo, más que la substancia, de la expresión de Jaime Benítez se cultivaba como muestra de capacidad intelectual. Los administradores parecían arcángeles, mensajeros de una gnosis celeste, que hacían rebeldes de aquellos que dudaran de su importancia. Sólo en el estudiantado uno podía reconocer de inmediato el perecedero barro humano:…” (Picó, 1982: 17). Y como el mismo añade en la introducción de Al filo del Poder no fue hasta el 1975 que comenzó a investigar en el Archivo General de Puerto Rico. (Picó, 1993).
Fernando Picó como mentor
Irónicamente fue Buitrago, el mentor antropólogo, marxista con toque funcionalista, quien me hizo buscar a Picó, al historiador social, jesuíta, medievalista e influenciado por la Escuela de los Annales Francesa. Y esa decisión creo un problema de identidad: ¿antropólogo o historiador? En los cursos de Buitrago se integró la historia social pero, también en las actitudes y metodologías de Fernando encontramos la antropología social. Todavía considero el trabajo Libertad y servidumbre en el Puerto Rico del siglo xix publicado en 1979 como una excelente investigación en donde se integra la antropología y la historia. Esa integración nos recuerda las actitudes de los historiadores franceses como fueron Fernand Braudel, Jacques Le Goff y Georges Duby, entre otros. Sobre este libro, San Miguel lo considera “la obra maestra de la historiografía puertorriqueña”. (San Miguel, 2017: 221 ).
La antropología y la historia: Un contrapunteo (1970s-1980s)
Entonces llegamos a una encrucijada entre una antropología y una historia que se miraban mutuamente. Pero al encontrarse las dos facultades separadas incorrectamente, sociales y humanidades, se miraban con mucha desconfianza. Una desconfianza que irónicamente en las décadas de 1940 y 1950 colaboraban con el Estado colonial y el gobierno del Partido Popular Democrático inventándose historias nacionales, culturas nacionales y estudiando los efectos de la mal llamada “modernización” del nuevo colonialismo. Eran el Dios Jano de la mitología romana, dos caras opuestas, pero de un mismo dios.
Esta actitud de mirarse con recelos tiene una larga historia que el Dr. Pedro San Miguel analizó en una presentación en 1998 Falsos (además de confusos) comienzos de una digresión sobre historia y antropología y publicada en OP.CIT. al año siguiente. El señala “no siempre se han llevado con la gentileza y la cordialidad que supondría su residencia en el mismo barrio de las denominadas ciencias humanas.” (San Miguel, 1999: 45). Era un contrapunteo de mentalidades y prácticas que comenzaba a quebrarse en los años 1970s y 1980s. Entiendo que nuestros mentores, Buitrago y Picó, como otros investigadores y unidos a aquella generación de estudiantes, fueron parte de aquel proceso. Pusieron de su parte para romper aquellas viejas murallas aristócratas de la época de Jaime Benítez. En fin, como afirma Pedro San Miguel “la nueva historia” “contribuyó a mejorar las relaciones entre doña historia y doña antropología” (San Miguel, 1999: 51).
Desde mi perspectiva, la antropología de aquella época estaban en una etapa de desarrollo en el Recinto. Por un lado, una serie de jóvenes universitarios llegamos a Río Piedras para convertirnos en arqueólogos pero ante la falta de opciones de estudios profesionales, el dominio de coleccionistas, aficionados y saqueadores en la arqueología buscamos otras opciones. Diana López Sotomayor discute en “La Arqueología como Ciencia Social” que formo parte del libro Crisis y crítica de las ciencias sociales en Puerto Rico los problemas a los que se enfrentaba la arqueológía de aquella época. “Saqueadores y traficantes de piezas arqueológicas operan con cierta impunidad mientras historiadores, sociológos y profesionistas de la más variable índole intentan, a través de Fundaciones y Sociedades, dar una continuidad a la investigación arqueológica. Esa situación un tanto caótica y otro tanto anárquica refleja la seria crisis que afecta ésta… El exiguo número de estudiantes que opta por estudiar la carrera de arqueología es simtomático también de esta crisis.”.(López, 1980: 85) Un ejemplo de esas fundaciones lo fue la Fundación Antropológica, Arqueológica e Histórica de Puerto Rico, que para muchos de nosotros fue la primera experiencia de trabajo en museos y/o excavaciones arqueológicas Además de estos problemas, el único laboratorio arqueológico de la Universidad, el Centro de Investigaciones Arqueológicas, mantenía las puertas cerradas para la mayoría de nosotros. La única opción real que teníamos era en la Antropología Social de aquel pequeño programa en donde se encontraban con plazas regulares Carlos Ramos, Rafael Ramírez y Carlos Buitrago y otros como Antonio Lauria y Ramón López . Es en este contexto que la mentoría de Carlos fue determinante para muchos de nosotros.
Pero más allá de lo que estaba ocurriendo en la Facultad de Ciencias Sociales, en el Centro de Investigaciones Sociales o en la novel antropología, CEREP, el Centro de Estudios de la Realidad Puertorriqueña, fundada en 1970 por varios investigadores de las ciencias sociales y de la historia, logró también un gran impacto en la formación de aquellos jóvenes estudiantes universitarios. Las publicaciones y a los talleres ofrecidos nos enriquecieron con sus debates teóricos e investigativos. El antropólogo Rafael Ramírez nos recuerda en su trabajo “El cambio, la modernización y la cuestión cultural” que aparece en el libro Del cañaveral a la fábrica. Cambio social en Puerto Rico el impacto que tuvo CEREP y el Centro de Estudios Puertorriqueños de Hunter College en la época. “En los años setenta comienzan a publicarse otras interpretaciones de la realidad puertorriqueña que son el resultado de investigaciones innovadoras y radicales. Varios investigadores coinciden en esta interpretación de nuestros procesos históricos y de nuestra estructura social.” (Ramírez, 1985: 35) Además de Buitrago y Picó, Ramírez menciona a investigadores tales como Juan José Baldrich, Guillermo Baralt, Gervasio García, Francisco Moscoso, Quintero Rivera, Blanca Silvestrini, Francisco Scarano, Andrés Ramos Mattei, Marcia Rivera y Jalil Sued Badillo entre otros como parte de aquella generación. Todavía recuerdo el taller ofrecido por CEREP en San Juan en la década de 1980’s que agrupó a excelentes investigadores lo que permitió a los jóvenes estudiantes conocer de primera mano la novedad en la investigación.
De cierta manera el impacto de CEREP facilitó los encuentros y desencuentros entre científicos sociales e historiadores. La llegada de los nuevos profesores de Historia influenciados por la historia económica, por el marxismo y/o la Escuela de los Annales Francesa creó un nuevo ambiente de debate historiográfico con nuevos temas de investigación que atraía a la nueva generación universitaria. Lo que podemos evidenciar en aquella vieja publicación mimeografiada y editada por Gervasio García, Fernando Picó y Andrés Ramos Mattei llamada Anales de Investigación Histórica. Ya con el nombre lo podemos asociar con la historiografía francesa. Entre sus páginas podemos encontrar las primeras monografías siguiendo la metodología de la micro historia de aquellos jóvenes que se atrevieron estudiar juicios verbales, protocolos notariales, libros parroquiales y libretas de contabilidad entre otras fuentes integrando el análisis cuantitativo en sus interpretaciones. Varias de ellas fueron bajo la mentoría del Dr. Fernando Picó o del Dr. Carlos Buitrago Ortíz.
Por último y no deja de ser importante que lo traigamos a la luz, es el ambiente de las librerías y las editoriales de Río Piedras que por un lado facilitaban la llegada de libros de editoriales como siglo XXI y Crítica y por otro lado la publicación en pequeños libros de las nuevas investigaciones, como fue principalmente Ediciones Huracán. La Tertulia, la Librería Hispanoamericana, la antigua librería de la UPR y Punto y Raya fueron nuestros puntos encuentros en esa formación.
En fin, más allá de las “vallas rotas” de las huelgas estudiantiles de los 1970’s y de principios de los 1980’s, el debate crítico, teórico e historiográfico estaba en un momento crucial acompañado de sus momentos de sangre. Recuerdo aquel debate entre la vieja y la nueva historiografía publicado principalmente en el antiguo periódico El Mundo en 1982 en donde la vieja y la nueva historia debatían sus diferencias. En ocasiones fue fuerte la contienda.
Las mentorías de Buitrago y Picó dentro y fuera del salón de clase y en la investigación
Es en este contexto es que las mentorías del Dr. Carlos Buitrago Ortíz y el Dr. Fernando Picó fueron determinantes para gran parte de nuestra generación. En un artículo publicado en 1966 en la Revista de Ciencias Sociales titulado “La investigación social y el problema de los investigadores puertorriqueños en las Ciencias Sociales y disciplinas relacionadas en Puerto Rico”, Carlos afirmaba la importancia de esta relación maestro/discípulo en la formación y desarrollo de ambos. “El maestro desarrolla sus discípulos y éstos comienzan a admirarlo. De tal admiración, a veces ingenua, surge lentamente la semilla de la creatividad. Gradualmente el discípulo comienza a desarrollar sus facultades críticas, y de la admiración ingenua se pasa a la evaluación crítica de la obra del maestro. De ahí en adelante comenzará la potencial obra creadora del otro discípulo. Como es de esperar, esto toma años, en un ambiente de mutua fertilización entre maestros y discípulos.” (Buitrago, 1966: 99) Entiendo que probablemente también refleja su relación con su mentor, Meyer Fortes, como lo recuerda en el Prefacio del libro Esperanza. Estudio etnográfico de una comunidad campesina en Puerto Rico. En fin, esta afirmación temprana de Carlos recoge muy bien lo que representó la mentoría de él pero también la podemos aplicar a Fernando. En el prefacio de Historia general de Puerto Rico Fernando nos recuerda la importancia de sus estudiantes hablando de los que tuvo en Nueva York, pero también lo podemos aplicar a Puerto Rico: “Yo he aprendido de todos mis estudiantes, pero de aquellos aprendí más que de ningún otro. Aprendí que para ir conociendo la historia, lo más importante son las buenas preguntas.” (Picó, 1988: 11).
Con todas las contradicciones que pudieron tener ambos mentores, que fueron muchas, la constante crítica y el espíritu empírico combativo fueron determinantes para luchar con aquella “burrocratización” del conocimiento que ya estaba en formación en aquella época por culpa del “populismo universitario”. Esa mentoría logró efectividad porque cuestionó las cuatro paredes del salón de clase tanto por lo que se discutía intramuro, como también por lo que hacíamos fuera de él. Deberíamos seguir aprendiendo de ellos.
Como indicamos anteriormente, en el caso del Dr. Buitrago, los cursos, la oficina, los ratos de socialización y la investigación etnográfica, principalmente en Adjuntas e histórica en el AGPR, fueron los talleres para esta formación. En primer lugar, los cursos eran más seminarios de debate teórico, metodológico e investigativo que meramente cursos de enseñanza. Carlos en aquella época, había creado varios cursos importantes que reflejaban sus estrategias metodológicas como por ejemplo, el “Seminario de Antropología Social e Historia Social” y el curso de “Recursos archivísticos para la investigación antropológica”. Recuerdo todavía la mezcla de lecturas complejas y variadas a las que nos exponía. A veces estábamos analizando pensamiento antropológico de Radcliffe Brown, Meyer Fortes, leyendo antropológicamente a Chayanov o acercándonos a la Escuela de los Annales con Georges Duby en su obra Los tres órdenes o lo imaginario del feudalismo. Para complicarnos más, entonces incluía estudios sobre el impacto del capitalismo en la África Occidental o estudiando los trabajadores urbanos en la Florencia Renancentista. Por supuesto, nunca debemos olvidar los encontronazos con El Capital o con los Grundisse de Marx. Aquellos cursos fueron una “crítica de la crítica”, una “antropología de la antropología” enmarcados en un marxismo entrelazado con funcionalismo inglés y un poco de toque de la historiografía francesa de “los Annales”. Recuerdo las conversaciones con Carlos en los “cafetines” de barrio en Adjuntas en las que me insistía en que fuera sistemático y crítico. Esa última, su palabra “mágica”.
Pero el gran rito de pasaje fue el curso de “Métodos y Técnicas Etnográficas”. Como indicamos anteriormente, Buitrago aplicó su propia versión de la educación recibida en Inglaterra en nuestra generación. A principios de la década de 1980 nos tocó realizar trabajo de campo etnográfico en los barrios de Guilarte y de Garzas del municipio de Adjuntas en Puerto Rico. La metodología de enseñanza reflejaba una etnografía funcionalista británica que nos preparaba de una manera efectiva en la investigación empírica. Lo único que se nos permitía llevar era una pequeña libreta de campo y sin cuestionario, porque él era crítico de la “dictadura del cuestionario”. Entiendo que no fue meramente una experiencia para desarrollar las destrezas de observación y entrevista etnográfica, analizando sistemas de parentesco sino que también implicó fomentar analizar otros aspectos como el medioambiente, la infraestructura de caminos vecinales. Además del estudio de un tipo de “arqueología industrial” para identificar y estudiar las ruinas de fincas, estancias y haciendas principalmente cafetaleras. Por ejemplo, el curso de un semestre se convertía en un año, ya que primero teníamos que hacer etnografía para después en otro semestre, redactar el trabajo. En aquel momento, tres estudiantes de un grupo de seis sobrevivieron y escribieron un trabajo voluminoso titulado “Estudio etnográfico sobre parte de la población de los barrios Guilarte y Grazas del Municipio de Adjuntas” en donde dominaba la descripción etnográfica, el análisis de las familias, el sistema de parentesco en relación a su lugar de residencia y al acceso a la tierra. El trabajo estaba acompañados con mapas, croquis, planos y gráficas Aquellos estudiantes fueron Diana Martínez, Edwin Crespo Torres y Jaime Pérez Rivera. Releer el excelente epílogo titulado “Antropología y trabajo de campo” que aparece en Esperanza. Estudio etnográfico de la comunidad campesina en Puerto Rico nos ayudó apreciar aún más el proceso de aprendizaje etnográfico que recibimos del mentor.
Esta experiencia etnográfica llevó a diferentes generaciones de estudiantes del Dr. Buitrago a investigar y consultar en el Archivo General de Puerto Rico los documentos rescatados de la Familia Pietri Mariani y así como otros fondos. Vivian Carro Figueroa nos recuerda en la introducción de su trabajo publicado en 1975 Descripción del proceso de adquisición de tierras de la familia Pietri, de Adjuntas, 1858-1898 aquella experiencia de la década del 1970. “Fueron encontrados y archivados por un grupo de estudiantes de Antropología Social bajo la dirección del profesor Carlos Buitrago Ortíz” (Carro, 1975: vii) Algunos de aquellos estudiantes de la primera generación terminaron sus tesinas gracias al trabajo de campo etnográfico como a la investigación en Archivo General de Puerto Rico y en particular en la consulta de la documentación del Fondo Pietri Mariani en el Programa del Bachillerato de la Facultad de Estudios Generales como fueron Vivían Carro Figueroa y Roberto Martínez. La Dra. Zoraida Santiago realizó su tesis doctoral y utilizó también la documentación del Fondo Pietri-Mariani.
Otra opción para los estudiantes de aquella época fue ampliar sus investigaciones matriculándose en el curso de Antropología de Estudios Independientes que todavía existe en el Departamento. Por ejemplo, los estudiantes “masoquistas” como fueron Edwin Crespo Torres y Jaime Pérez Rivera realizaron la segunda parte del anterior trabajo etnográfico dándole un toque histórico. El trabajo se tituló “Investigación de la población de los barrios Guilarte y Garzas de la municipalidad de Adjuntas en el siglo XIX (1892-1893)” Nuevamente otro trabajo que implicó un semestre de investigación en el Archivo y otro semestre para redactar, Fueron dos años intensos de investigación bajo la mentoría de Buitrago. Como culminación del proyecto, Nuestro mentor nos ayudó a que nuestros resultados de investigación los ofreciéramos en un Congreso de Investigación estudiantil auspiciado por el Recinto de Ciencias Médicas, en donde la mayoría de los exponentes eran estudiantes de las Ciencias Naturales.
Más tarde, Buitrago descubrió unos rollos de película disponibles en el Departamento, nos hizo realizar , con cámara, un nuevo estudio visual y casi de “arqueología industrial” de estancias y haciendas cafetaleras de Adjuntas. Esta investigación terminó en una segunda conferencia, esta vez auspiciada por la Colección Puertorriqueña, que culminó con nuestra primera publicación. El trabajo se tituló “Aspectos socioeconómicos de las haciendas cafetaleras del municipio de Adjuntas” por Antonio Calzada, Antonio Curet, Edwin Crespo y Jaime Pérez.
Esta experiencia de pasar de lo etnográfico a lo histórico nos ayudó a aprender cómo el antropólogo tiene que ajustar sus enfoques teóricos y metodológicos, cuando estamos examinando procesos históricos. Este punto lo recuerda Buitrago en 1982 en la introducción de su libro Haciendas cafetaleras y clases terratenientes en el Puerto Rico décimonónico ya que el tuvo la misma experiencia.
En resumidas cuentas, la mentoría de Buitrago facilitó las destrezas de investigación, divulgación y publicación, cuando no se ofreciá ninguna ayuda económica a los estudiantes para esos fines. Su defensa de los estudiantes llegó a tal grado que entró en una polémica con el Dr. Bergad sobre el acceso del fondo Pietri-Mariani, como un tipo de “colonialismo académico”. Este académico norteamericano lo críticó en una famosa nota al calce de su libro sobre el café y el capitalismo agrario. Buitrago en 1966 nos decía algo que nos ayuda a entender su defensa acerca de que sus estudiantes tuvieran acceso a la documentación “…es relativamente fácil para un norteamericano conseguir respaldo de tipo económico y de otra clase para llevar a cabo sus investigaciones en la isla, pero cuando un puertorriqueño desea hacer lo mismo las perspectivas se nublan y comienzan sus dolores de cabeza. Estos dos puntos: aceptar lo de afuera como lo mejor sin que medie un proceso crítico y el virtual monopolio de los investigadores norteamericanos del proceso de investigación social han operado juntos en Puerto Rico.” (Buitrago, 1966: 95).
Esta experiencia de ampliar el trabajo etnográfico realizado en este cursos y en cierta manera por culpa de Buitrago fue lo que finalmente me llevó a tomar todos los cursos electivos en Historia. Pero fueron dos cursos de investigación en Historia los que abrieron las puertas para entrar en otro gremio, el “Palenque” bautizado por el amigo fallecido Arnaldo Licier y tener el contacto con el otro mentor, el Dr. Fernando Picó.
Los cursos fueron Teoría y Metodología de la Historia que fomentaron en una generación de jóvenes el debate teórico y la investigación monográfica en bibliotecas y archivos, como por ejemplo, el Archivo General de Puerto Rico . Estos cursos los enseñaba principalmente en aquella época el Dr. Fernando Picó. La actitud de gran mentor Picó se refleja en un comentario que hace en la introducción de Al filo del Poder en donde recuerda como fue que comenzó a investigar en el Archivo. “Estaba enseñando cursos de teoría y metodología histórica en la Universidad de Puerto Rico, y quería tener alguna experiencia directa en el Archivo General, para así poder orientar mejor a los estudiantes en sus proyectos de investigación”. (Picó, 1993: 1) Este es nuestro Maestro Artesano. El salón de clase, el seminario jesuita de Caimito y las caminatas por los caminos vecinales de Cayey, se convirtieron en espacios para socializar pero también para debatir los trabajos de la Escuela de los Annales francesa, la nueva historiografía puertorriqueña y nuestros temas de investigación. En el Prefacio del libro Santurce y las voces de su gente (Picó, 2014: 11) Fernando recuerda aquel grupo de estudiantes llamados “Palenque” en donde se encontraba entre otros Gilberto Aponte Torres , Arturo Bird Carmona, Antonio Borrés, Peter Katsilis Morales, Arnaldo Licier Reyes, Luis Martínez Fernández, Jaime Pérez Rivera, Carlos Rodríguez Villanueva y Gregorio Villegas. Dice Picó en el libro “Muchas parchas recogimos en Cayey, muchas jaldas subimos y bajamos, mucha historia hablamos.” Tomen un día para examinar las introducciones de Fernando en sus libros, que la mayoría son excelentes ensayo críticos, y podrán apreciar el gran número de estudiantes de Fernando que el siempre recordaba. Son testimonios de esa relación maestro/discípulo.
Para aquel curso terminé estudiando por un año completo los juicios verbales del municipio de Camuy a mediados del siglo XIX tratando de entender los conflictos, por mi influencia marxista, entre los propietarios y los no propietarios. Todavía recuerdo que Picó no me dió ninguna instrucción para investigar en el Archivo, lo que implicó al principio frustración y temor, Quizás representaba un poco de disciplina jesuita pero lo cierto fue que bajo su mentoría y con la solidaridad del Palenque, el otro rito de paso en historia se pudo lograr. Tener accesible a Fernando y Carlos en el Archivo a la misma vez, almorzar, beber en cafetines y barras en Puerta de Tierra o en Adjuntas, o jugar baloncesto en Caimito o explorar caminos vecinales en Cayey, en Adjuntas fueron una gran ventaja que tuvimos para aquella época.
Ambos mentores y profesores distinguidos tenían diferencias tanto teóricas como metodológicas pero, algo tenían en común: fomentar y colaborar en la investigación en los jóvenes estudiantes. El Archivo General de Puerto Rico se convirtió en el encuentro de estos mentores como de otros que no hemos podido analizar hoy. Estas experiencias, con sus males sabores de vez en cuando, fue parte importante de esa formación. No nos podemos olvidar tampoco del papel que sostuvieron varios archiveros como Luis de la Rosa, Mario León, Alicia y otros. Para mi los pasillos y los alrededores del Archivo fueron mi Biblioteca de Alejandría o mi monasterio de herejes. Sirvieron para dialogar, cuestionar, debatir y soñar sobre antropología e historia en Puerto Rico.
Conclusión: El salón de clase como un taller de investigación
Recordando las palabras del Dr. Pedro San Miguel, las relaciones de la antropología y la historia no siempre han sido cordiales tanto en el siglo pasado como en el presente. Es por eso que prefiero clásificarlas como un contrapunteo. Podemos encontrar precedentes en Puerto Rico como lo fueron Adolfo de Hostos y Eugenio Fernández Méndez y Ricardo Alegría. Este último muy cuestionado en los cursos universitarios de Antropología. Debemos recordar que desde la antropología que aprendimos en Río Piedras siempre “descostruímos” la versión de la cultura puertorriqueña que el Instituto de Cultura Puertorriqueña inventó para justificar el colonialismo en Puerto Rico.
Por otro lado, y la Dra. María de los A. Castro, lo recuerda, aquella “nueva historia” le debe mucho también a los antropólogos Sídney Mintz y Eric Wolf por sus trabajos relacionados con The People of Puerto Rico. Este punto también lo señalan Gervasio García y Pedro San Miguel. Todavía hay muchos silencios de parte del gremio de historiadores hacia la obra de Buitrago.
Pero entendemos, que el Dr. Carlos Buitrago Ortíz, el Dr Fernando Picó y otros antropólogos, sociólogos e historiadores de aquella época fomentaron diálogos con sangre, que aunque en muchas ocasiones fueron tormentosos, impactaron a una generación. La clave fue la investigación tanto de trabajo de campo como de investigar en los archivos históricos lo que permitió que desarrolláramos destrezas críticas de investigación. La manera en que hicieron mentoría en aquella época fue un acto crítico de esa universidad aristócrata y feudal. Desgraciadamente, todavía esa universidad ha sobrevivido y por eso es importante que se siga fomentando la mentoría en la educación universitaria.
Por otro lado, por nuevas tendencias teóricas y metodológicas, no todas las generaciones más jóvenes de estudiantes de antropología, sociología e historia han tenido la experiencia de la investigación monográfica etnográfica e histórica. Estas nuevas actitudes hacia la enseñanza y la investigación a nivel universitario han creado “nuevos analfabetas”. El salón como un taller y el profesor como un Mentor para la investigación deben rescatarse aunque estén acompañados con nuevos enfoques teóricos y metodológicos.
Bibliografía
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