La Holanda que atacó a San Juan en 1625: Trasfondo histórico del asedio
Francisco Moscoso
Historiador
Presentado en: Simposio Histórico, El asedio holandés a San Juan–400 Aniversario del Asedio Holandés, Auspiciado por Recreadores de la Historia de Puerto Rico, San Juan, Puerto Rico, Museo Casa Blanca, San Juan, Puerto Rico, 27 de septiembre de 2025
Preámbulo
El 24 de septiembre de 1625, desde la Ermita de Santa Bárbara en la ciudad de San Juan, capital de la colonia española de Puerto Rico, se divisó una flota de guerra holandesa de 17 barcos grandes de 500 toneladas cada uno. Anunciaba el ataque a Puerto Rico, que se inició al día siguiente. Culminó el 5 de noviembre, cinco semanas después, cuando al subir la marea el último navío encallado y maltrecho logró escapar de la bahía de San Juan entre cañonazos.
La victoria del combinado de las fuerzas militares españolas y criollas puertorriqueñas ha sido documentada y discutida en diversos textos. En esta ocasión, del 400 aniversario de aquel evento extraordinario de la historia de Puerto Rico, en las otras ponencias se aportan nuevas investigaciones, análisis y reflexiones.
Asimismo, el acontecimiento ha sido inmortalizado en el cuadro La recuperación de Puerto Rico, del pintor Eugenio Cajés, de 1634, que forma parte del acervo de obras de arte del Museo del Prado, en Madrid, España.[1] Lo que hace falta es otro cuadro dando cuenta de la proeza de los criollos en la victoria.
En la historiografía, es decir, lo que se ha investigado y escrito sobre el tema, una de las obras más interesantes es la del abogado de profesión Fernando J. Géigel Sabat, Balduino Enrico, publicada en 1934. El título identifica el nombre en español que dieron al comandante de la flota holandesa, Boudewijn Hendrickszoon.[2] Entre otros detalles, describe cómo los barcos holandeses eran despedazados por las balas de artillería en su fuga desesperada para no quedar atrapados en la bahía.
Para esta actividad de conmemoración voy a centrar la atención en el contexto histórico de aquel momento. ¿Cuál fue la Holanda que atacó Puerto Rico? ¿En qué etapa y forma de sociedad se encontraba Holanda, históricamente, hacia 1625? ¿Por qué invadió a Puerto Rico y qué buscaba obtener? ¿Cuáles son los hechos políticos que ayudan a explicar el despliegue de flotas holandesas en el escenario de América colonial, hasta entonces dominada principalmente por España y Portugal?
Transición del feudalismo al capitalismo
Como marco de contextualización histórica, visto en toda su amplitud, Holanda era uno de los países principales que formaban parte de la transición del feudalismo al capitalismo. Aquí es necesario abrir un paréntesis de apuntes historiográficos generales y de definiciones conceptuales de análisis básico de las sociedades.
En su obra monumental de cuatro volúmenes, El moderno sistema mundial, vol. II, el sociólogo Immanuel Wallerstein ha documentado que la estructuración de esa economía tuvo por sede varios países y regiones del oeste de Europa. Entre ellos las repúblicas de Venecia, Florencia, Nápoles y Génova, partes de lo que vino ser la Italia unificada en el siglo 19; Flandes y Brabante, zonas del norte y sur de la actual Bélgica; Holanda, Zelanda, Utrecht, Frisia y otras provincias de Nederlands[3]; regiones y ciudades mercantiles como Hamburgo, Lubeck, Rostock y otras de la Alemania del presente; Le Havre, París y Estrasburgo en Francia; Barcelona y Sevilla, en España; y Lisboa y Porto en Portugal, por ejemplo.
En su libro Bruges, Cradle of Capitalism, 1280-1350 (2005), el economista James M. Murray destaca esa ciudad como cuna del capitalismo. Por su parte, en Before European Hegemony. En The World System AD 1250-1350 (1989), la socióloga Janet Abu-Lughod argumenta que Egipto, particularmente la ciudad de Cairo, fue “la vanguardia del sistema mundial”.
En realidad, el capitalismo como forma de sociedad comprende economía de mercado; moneda, crédito y transacciones financieras; gremios artesanales; y empresarios empleadores de trabajo asalariado en su base. La génesis del capitalismo no se originó en ninguna ciudad y país en particular, sino en el conjunto europeo mencionado que se fue articulando entre sí y desdoblando a escala mundial.
Los ingredientes socioeconómicos antedichos y otros están comprendidos en lo que el historiador Robert S. López elaboró en su libro La revolución comercial en la Europa medieval, 950-1350 (1981).[4] Nótese que él remontó los primeros indicios de ese proceso al siglo 10, y con referencias a ciudades italianas como las mencionadas interconectando el Mediterráneo, Medio Oriente y Asia. La revolución comercial fue un factor clave que actuó como disolvente del feudalismo. Los nobles fueron atraídos por los objetos de lujo y mercancías exóticas provenientes del comercio a larga distancia. Al querer adquirirlos, aparte de las rebeliones y resistencia de los siervos y campesinos, con eso también comenzaron a cavar la tumba de su sistema señorial.
Un elemento fundamental que ejerció presión económica poderosa contra el feudalismo fue el surgimiento de la burguesía como nueva clase social. El término deriva del alemán Burg, significando primero los distritos aledaños a los castillos feudales y dentro de los señoríos de los nobles donde se llevaban a cabo ferias y mercados de trueque de productos y, a la misma vez, compraventa de mercancías, que no son otra cosa que artículos y servicios (incluyendo laborales) con precios y valores monetarios. Pronto, las ciudades o secciones dentro de ellas donde predominaba la economía de mercado también fueron denominadas burgos. De ahí que los comerciantes, prestamistas, banqueros y propietarios de tierras dedicados a la producción para el mercado fueran identificados como la burguesía.
Esto fue lo que captó con precisión y exploró cómo se fue minando el feudalismo, desde la estructura social entre nobles y siervos, y hasta sus creencias religiosas y tradiciones culturales, el historiador José Luis Romero. Fue autor de dos libros lúcidos, La revolución burguesa en el mundo feudal (1967)[5] y Crisis y orden en el mundo feudoburgués (2003). Romero fue quien concibió aquella sociedad de transición en sus inicios con contenido combinado “feudoburgués”. Todavía hay otro ángulo de caracterización que tiene principalmente al comercio como eje.
Fases históricas de la transición
Economistas, filósofos, sociólogos e historiadores, que incluyen a Adam Smith, Karl Marx, Max Weber y Henri Sée, entre algunos de los principales, refieren un proceso de transición del feudalismo al capitalismo en Europa en que se distinguen tres grandes etapas y épocas históricas, con una cronología aproximada que para nada es rígida. Pues de una etapa a otra hay antecedentes e hilos de interconexiones. Estas son:
- Etapa de la formación de la economía de mercado mundial propulsada por la revolución comercial. Incluye la acumulación originaria de capital metálico (en base al atesoramiento del oro, plata y cobre) y la monetización de la economía. Asociada a ello está la expropiación inicial de los campesinos de la tierra dejándolos en condiciones de ser transformados en trabajadores asalariados. Sucede incipientemente desde el 950 y se extiende hasta el 1550, aproximadamente, en circunstancias específicas y desiguales de cada país y lugar.[6]
- Etapa de la manufactura, con el establecimiento de fábricas y concentraciones de obreros asalariados en algunos ramos y la producción económica a escala mundial cada vez mayor. Se despliega desde mediados del siglo 16 hasta mediados del siglo 18; algunos lo llaman la Era del Mercantilismo, desde el 1550 hasta 1750.[7]
- Etapa de la revolución industrial, con predominio de la empresa capitalista y el trabajo asalariado. Por ejemplo, en Inglaterra, Holanda, Bélgica y regiones de algunos otros países europeos. En una primera fase se extiende desde 1750 hasta 1875. También ha sido llamada la Era del Capital.
Holanda en 1625, claramente, se ubicaba en la segunda etapa, con un desarrollo social y económico, tecnológico, político y cultural destacadísimo. Uno de los rasgos distintivos de la época manufacturera fue el nacimiento de las fabrieken, término holandés, o fábricas modernas. Junto con los establecimientos de confección artesanal domiciliaria, brotaban las fábricas de empresarios o de compañías que promovían la economía de mercado con mayor eficiencia y rapidez, empleando a grupos de obreros asalariados.
Para algunos historiadores holandeses, como discutiremos en breve, ya en aquella época Holanda estaba encaminada sobre los rieles del capitalismo.
¿Hubo capitalismo “comercial”?
En el amplio universo de la historiografía hay quienes equiparan instancias de economía de mercado, afán de lucro, uso de dinero y hasta el comercio con capitalismo. Entre ellos figuran el sociólogo Wallerstein ya mencionado y autor, además, de Capitalismo histórico[8]; el historiador Werner Sombart, autor de El Burgués[9]; y el historiador Jairus Banaji y su libro, A Brief History of Commercial Capitalism,[10]
Si fuera así, toda la historia económica de la humanidad sería caracterizada como capitalismo en diversas épocas. Para algunos, como Sombart, con más sabor a ideología apologista e ignorando la ciencia histórica, ese modo de producción, como se diría ahora, viene en el ADN de la especie humana. Dicho postulado hace caso omiso de la realidad de los orígenes de las comunidades humanas con estructuras tribales-comunales y sin estratificación social y estados.
No hay tal cosa como “capitalismo comercial”, “capitalismo financeiro”, “Capitalismo rural”, “capitalismo urbano”, etcétera. El criterio definitorio para distinguir y caracterizar las formas de sociedad es el de la identificación de las relaciones sociales de producción y de la propiedad de los medios de producción. De ahí, la identificación de las sociedades como comunidades gentilicias, sociedades tribal-comunales, cacicazgos tribal-tributarios y civilizaciones tributarias, esclavistas, feudales, capitalistas y socialistas. A través de la historia, también se han dado formas mixtas y de articulación de dos o más sistemas socioeconómicos. Esto ha sucedido en procesos de transición, como en el caso del feudalismo al capitalismo en Europa. Y también, en casos de encuentros e influencias, o conquistas de unos países por otros. Por ejemplo, cuando España conquista las Antillas Mayores, en el establecimiento de los repartimientos y encomiendas de los indios taínos se articularon tres relaciones laborales comprendiendo la instancia semi feudal (de los actos de repartimiento y/o encomendación de indios a colonizadores particulares), la instancia cacical (utilizando la estructura laboral preexistente de los caciques con naborías comunarios tributarios) y mercantil (mediante el pago a los indios por jornadas de trabajo). Ellos recibieron los salarios en la forma de mercancías de vestuario.
Apunte historiográfico
La bibliografía de Holanda y sobre el periodo cubierto aquí, por supuesto, es enorme. Para esta presentación me apoyo especialmente en tres obras que considero fundamentales. Una es la del sociólogo Immanuel Wallerstein, The Modern World System, Volumen II, cuyo Capítulo 2 versa sobre Dutch Economy in the World System.
Una de las investigaciones más completas sobre el surgimiento y ascenso de Holanda como nación y potencia mundial es la del historiador Jonathan I. Israel, The Dutch Republic. Its Rise, Greatness and Fall, 1477-1806, publicado en 1998, tiene 1,231 páginas. Otra de las obras importantes, y más cercana al momento de esta presentación, es la de los historiadores holandeses, de la Universidad de Utrecht, Maarten Prak y Jan Luiten van Zanden, Pioneers of Capitalism. The Netherlands 1000-1800, publicada en 2024. Estos libros se complementan en muchos señalamientos, aunque cada cual tiene sus enfoques e interpretaciones particulares. Se trata de una vastedad de datos, hechos y eventos históricos, que es imposible de resumir en pocas páginas. Estaré citando de estos tres, principalmente, y de alguno otro.
En torno a la Holanda en 1625 que nos interesa, los especialistas resaltan dos eventos claves e interconectados: (1) la revolución de los Países Bajos contra la dominación imperial de España, con antecedentes conflictivos desde 1566, Se generalizó con la revuelta de 1572 culminado en la Tregua de Doce Años con España, de 1609 a 1621; y (2) la Era Dorada de Holanda, periodizada con intersecciones con la anterior entre 1588 y 1672. Comienza con el establecimiento de la República y termina cuando sobrevino el Rampjaar, o desastre, debido a guerras con Francia e Inglaterra. La resistencia en los Países Bajos y la liberación de Holanda, en particular, también es una historia de contradicciones y conflictos entre las provincias, así como de golpes de Estado y asesinatos entre ellos mismos de algunos líderes políticos rebeldes. Durante ese tiempo Holanda, sobre todo, floreció en diversos ámbitos y se erigió como principal potencia comercial mundial. Fue en aquel contexto que intentó apoderarse de Puerto Rico.
La Revuelta Holandesa
El trasfondo histórico de la dominación de España sobre los Países Bajos se remonta al siglo 15. Entre sus hechos está la extensión de imperios al interior de Europa, incluyendo los reinos de Francia de la dinastía Borgoña, de Austria de la dinastía Habsburgo y de España de la dinastía Trastámara; también son siglos de interminables conflictos y guerras entre estas dinastías y otros muchos señoríos europeos, por motivos políticos, territoriales y religiosos. Para el tiempo que nos interesa aquí, por medio de matrimonios y herederos descendientes entre las dinastías mencionadas, la región formó parte de los dominios del rey de España y emperador Carlos V Habsburgo en el siglo 16. En 1566 pasó a su heredero el rey Felipe II. La España imperial se caracterizaba por el estado monárquico absolutista, su complemento ideológico de la iglesia católica como única religión permitida, y, debido al predominio de intereses aristocráticos y nobiliarios, su rezago en la transición al capitalismo.
En 1566, Margarita de Parma, hija ilegítima de Carlos V, oriunda de Flandes, fungía de gobernadora regente de los Países Bajos. Jonathan Israel señala que en abril de ese año una comitiva de unos 200 nobles presentó peticiones de reforma, que llamaron el Compromiso de Breda, a la alarmada regente en Bruselas. La amenaza de rebelión armada se leía entre líneas. Pedían tolerancia religiosa y exigían la abolición de la Inquisición. En aquella región el cristianismo protestante (luteranos, calvinistas y otras denominaciones) había echado raíces y tenía muchos adeptos.[11] Su consejero la calmó diciendo, en son de burla, que no se preocupara pues aquella era una comitiva de “mendigos”. Margarita de Parma les dijo que constituyeran una comisión para viajar a España a presentar las peticiones al rey. Pero, confluyendo con los reclamos espirituales, yacían las exigencias materiales. Lo que estaba en disputa, en el fondo, eran los intereses económicos y comerciales.
El historiador Israel documenta, además, que la respuesta negativa de la regente fue la proliferación de prédicas calvinistas en plazas públicas con asistencia de centenares y hasta de miles en abierto desafío. Un encolerizado Felipe II nombró al general Fernando Álvarez de Toledo, Duque de Alba, como gobernador de los Países Bajos. El Gran Duque llegó en agosto de 1567 al frente de un ejército de 10,000 soldados (españoles y napolitanos), e instauró un régimen autoritario, de total intolerancia religiosa y de trato cruel con los habitantes. Estableció el Tribunal de los Tumultos, que hasta 1576 tramitó más de 8.900 condenas y un poco más de 1,000 ejecuciones.
A la burla y brutalidad imperialista española le costó bien caro. El insulto de los “medigos” se transformó en un lema de resistencia y rebeldía. Desde 1569 entraron en acción los “Mendigos del Mar”. Se trata de un conglomerado de embarcaciones flamencas y especialmente holandesas que instrumentaron un bloqueo naval contra España en el mar Báltico, haciendo prevalecer sus intereses comerciales. En 1572 se puso al frente de la revuelta Guillermo de Orange, gran propietario nobiliario, también con intereses mercantiles. La revuelta cogió más vuelo cuando en abril una flota de 600 embarcaciones de los “Mendigos del Mar” se apoderó del puerto de Brill, al sur de la provincia de Holanda. La guerra se generalizó en los Países Bajos y cobró más fuerza en las provincias que llamaban del Norte, que comprendían a Holanda; en las del Sur y Oeste estaban las de Flandes y Brabante (Bélgica) más difíciles de defender.
En 1578, la ciudad de Ámsterdam se unió formalmente a la revuelta. Era el centro de actividad económica mercantil más importante de la región. Durante la contienda afloraron las contradicciones sobre los caminos políticos a seguir. Cornelis Hooft, explica Israel, formaba parte importante de los patricios de Ámsterdam y de antigua familia de comerciantes de granos. Pronunció un discurso ante el gobierno municipal de la ciudad en 1584 declarando que la libertad de Nederlands sería mejor servida “dispensando de la protección de cualquier monarca”. A buen entendedor no hacía más palabras. Por lo que percibían como pretensiones a convertirse en rey, el 10 de julio de 1584, Guillermo de Orange fue asesinado.
Prak y Luiten van Zanden, los académicos de historia económica de la Universidad de Utrecht, observan que Hooft era el portavoz de una coalición poderosa que contaba con elementos de la élite urbana y mercantil de provincias, ciudadanos de clase media que constituían las milicias, y los “Mendigos del Mar” radicales, que reunían marineros, pescadores, trabajadores de obras hidráulicas, y todo tipo de empleados “proletarios” no diestros. Ellos en conjunto, subrayan estos historiadores, “representaban la espina dorsal de la Revuelta”.
Saltando muchos acontecimientos, el 12 de abril de 1588 se estableció la República de las Siete Provincias, que comprendían las que forman parte de lo que aglutinamos como Holanda, para hacerlo más comprensible. Incluyen: Groningen, Overijssel, Gelderland, Zelanda, Holanda, Frisia y Zelanda. Si las fuerzas militares de España llegaron a sumar unos 50,000, en un momento dado las de la República las equipararon o superaron. Con los holandeses apoyados además por factores fronterizos de ríos y topografía fluvial, el ejército español se fue debilitando, decreciendo en números, restringiendo sus enfrentamientos a escaramuzas fronterizas y desplomándose por la propia debilidad económica de España. Felipe II, además, hubo de cambiar sus prioridades ante otras amenazas con intenciones imperiales rivales de Inglaterra y Francia. La derrota de la Armada Invencible de España, en su torpe intento de atacar a Inglaterra, sucedió, precisamente, en 1588. En medio de innumerables adversidades, Holanda prosiguió su camino de independencia de facto y de gran desarrollo económico.
La Era Dorada
Ciertamente, a Holanda le favoreció la Tregua de los Doce Años, que corrió de 1609 a 1621. Lo que ya venía realizándose aun durante el complicado escenario de guerra se desplegó plenamente en el periodo de la Era Dorada de Holanda. Hay consenso entre los historiadores en que a partir de 1590 se experimentó un gran crecimiento económico y de urbanización que ya estaba en curso; y se delimitaron las fronteras entre los países de la región, aunque continuamente experimentaron algunos cambios. En la coyuntura de la tregua la República se transformó en gran potencia. Durante el periodo que corre de 1585 a 1625, Mauricio I de Nassau (hijo del asesinado Guillermo de Orange) fue el jefe de estado y militar de Holanda. Al morir el 23 de abril de 1625, fue sucedido por su hermanastro Federico Enrique de Orange Nassau, quien estaba en la jefatura de gobierno al tiempo del ataque holandés a Puerto Rico.
Jonathan I. Israel comienza su libro señalando las observaciones de visitantes a Holanda en aquel periodo. Son expresiones, en general:
maravillados ante la medida de la navegación y comercio, la sofisticación de la industria y finanzas, la belleza y ordenamiento así como la limpieza de las ciudades, el grado de tolerancia religiosa e intelectual encontrados allí, la excelencia de los orfanatos y hospitales, el carácter limitado del poder eclesiástico, la subordinación de la autoridad militar a la civil, y los logros notables del arte, filosofía y ciencia holandeses.
Desde finales del siglo 16 hasta mediados del siglo 18, añade el historiador Israel, Holanda se mantuvo en la delantera de la navegación y del comercio mundial, y constituyó un “depósito central de todos los bienes concebibles”. Holanda:
Era el almacén central no solo de mercancías de todas las partes del globo, sino también de la información sobre ellas, de técnicas de su almacenaje y procesamiento, métodos de clasificar y probarlas, y maneras de anunciar y negociarlas.[12]
Holanda se destacó por las invenciones técnicas: “desde nuevas prácticas de construcción de barcos a compuertas para controlar las crecidas del agua, grúas portuarias, sierras para cortar madera, telares, molinos de viento, relojes y postes de alumbrado”. Asimismo, florecieron las manufacturas, por ejemplo, de textiles y de cerámica. Un rasgo distintivo de la decoración textil y cerámica fue el combinado de blanco y azul, que persiste hasta el presente.
La razón por la cual Holanda, junto a países y zonas aledañas, han sido denominadas como “Países Bajos” es porque grandes partes del territorio, desde muy antiguamente, yacían bajo el nivel del mar. Los holandeses demostraron, con mucha creatividad, una realidad compartida por todas las sociedades humanas. Los medioambientes y recursos naturales son condiciones de trabajo y actividad económica, pero el factor determinante ha sido y es siempre la acción humana en sus terrenos existenciales. Lo que hicieron con las zonas bajas geográficamente no fue adaptarse simplemente, sino conquistar y domeñarlas para hacerlas productivas y habitables. Desde el 1200 en adelante, los holandeses sobresalieron en la construcción de diques, represas, grandes terraplenes de ríos y canales de drenaje. Con ello transformaron áreas de inundación en tierras de agricultura, pastoreo y viviendas; eso incluyó zonas de Ámsterdam y de la ciudad portuaria de La Haya.
Entre los factores que ayudaron a consolidar a la República de las Siete Provincias (Holanda), los historiadores que venimos citando, destacan las instituciones políticas en tres niveles: (1) Estados Generales a nivel nacional, con representación de las provincias federadas; (2) Estados de Holanda, integrados por delegados de las ciudades; (3) los consejos municipales. Podía haber desacuerdos, pero generalmente se llegaban a consensos y se respetaba la autonomía de cada instancia.
También se han resaltado los acuerdos, con discusiones y debates, a que llegaron sobre los impuestos necesarios para el sostenimiento de la defensa militar, el gobierno y la economía en general, con sentido proporcional a las provincias y pueblos dentro de ellas.
Hasta la década del 1580, la ciudad portuaria de Amberes, en Flandes, era el centro de mayor desarrollo económico, tecnológico y comercial. Israel apunta que el motor dinámico de lo que han llamado el “comercio rico” de la época (incluyendo las mercancías de textiles, especias, metales y azúcar) estaba localizado en el sur de los Países Bajos, correspondiente a la hoy Bélgica, sobre todo en Amberes. Al caer esa ciudad bajo el control de España, el eje de toda esa pujanza se trasladó a Holanda, y en particular a Ámsterdam. Después de 1590, la población de Amberes que rondaba los 150,000 cayó a 47,000. Así pues, otro factor de peso que contribuyó a la bonanza holandesa fue la acogida que dieron a los inmigrantes de Flandes y Brabante (Bélgica), incluyendo portugueses y judíos perseguidos. Los inmigrantes trajeron consigo sus destrezas, capital y conocimientos, y fueron integrados a promover nuevos ámbitos de empresas, manufacturas y comercio, incluyendo la tipografía y las imprentas. De hecho, en la obra de los historiadores Andrew Pettegree y Arthur der Weduwen, The Bookshop of the World (2019), se destaca la primacía alcanzada por Holanda en este ramo.
El número de habitantes creció en todas las provincias, especialmente en Ámsterdam, capital de Holanda. La población de Ámsterdam aumentó de 30,000 en 1560 a 105,000 en 1622. La población de Holanda, a comienzos del siglo 17, era de 1,5 millones de habitantes. Muchos trabajadores extranjeros fueron integrados sin mucha dificultad con los holandeses por las necesidades laborales – de obreros diestros y comunes – en diversos ámbitos de la economía que se estimulaban con gran velocidad por todas partes.
Uno de los ramos principalísimos de la economía fue el de la construcción de barcos. Hay una bibliografía abundante, complementada por magníficas ilustraciones, sobre este tema en particular. Entre las muchas investigaciones, por mencionar una, la obra del curador de la colección naval del Rijksmuseum de Ámsterdam, Ab J. Hoving, Nicolaes Wirsen and Shipbuilding in the Dutch Golden Age, publicada en 2012. El elenco de trabajos comprende diseños cuidadosos, técnicas sofisticadas de construcción y una actividad intensa en astilleros, entre los que sobresale el de Ámsterdam. De importancia crucial era el suministro de madera, especialmente de los árboles del roble que abundaban en bosques tierra adentro del país, y maderas de otros bosques, por ejemplo, de Alemania. Una de las innovaciones claves fue el diseño y construcción de los navíos de carga llamados fluyt, con grandes espacios para carga y tripulaciones pequeñas. Holanda llegó a tener la flota naval militar y mercantil más grande del mundo y no había ningún país que pudiera competir con ella durante aquella época. Entre los barcos también sobresalieron los diseñados para la pesca, especialmente de arenques, que los holandeses dominaron.
En guerra con España, evidentemente, Holanda requirió de una industria militar de abastecimiento regular de armas, artillería y municiones, y de una infraestructura de fuertes y destacamentos de guarniciones de soldados. El historiador Israel señala que en los años de 1605 a 1608, ingenieros comisionados por los Estados Generales, como Simón Stevin, recorrieron todas las fronteras y “diseñaron los baluartes y revellines [fortificaciones triangulares] y sistemas de comunicaciones de corneta más sofisticados vistos en Europa hasta entonces”.[13] El ejército regular sobrepasó los 50,000 soldados distribuidos en todo el sistema defensivo protegiendo las fronteras. La producción de armamento militar se realizó de manera autosuficiente, fundamentalmente, en los talleres artesanales de la República y con división de especializaciones. Ámsterdam producía rifles, pistolas y pólvora; en Utrecht, armaduras; en Delft y Dordrecht, espadas y otras armas pequeñas; en La Haya, cañones pequeños, y así por delante.
Aprovechando el periodo de la Tregua, y especialmente desde 1621 en adelante, la burguesía de Holanda se sintió confiada y con recursos sólidos para emprender su expansión comercial y colonial a nivel mundial. Prak y Luiten van Zanden acogen la definición del capitalismo en términos de la existencia de una economía de mercado en combinación con el empleo de trabajo asalariado a escala mayor. Señalan que ese sistema surgía en Holanda desde el siglo 14 y ya era lo establecido en el siglo 17. Observan que entre 1600 y 1625, en Holanda se delineó una “nueva fase de capitalismo”.
El Gran Diseño
Un indicador inequívoco de este proceso fue la fusión de empresas mercantiles y manufactureras para el mercado interno del país y para el comercio exterior. Dos ejemplos claves son la fundación de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, en 1602; y la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, fundada en 1621. En la historiografía de Puerto Rico, el historiador Arturo Morales Carrión ofreció un panorama preliminar ubicando a Puerto Rico en un marco más amplio de rivalidad imperialista europea en el Caribe, desde finales del siglo 16 y especialmente en los siglos 17 y 18. Mencionó a Willem Usselinx como uno de los comerciantes de Ámsterdam que organizaron dicha compañía. Además, señaló que la flota holandesa que atacó a San Juan bajo el mando de Hendrikszoon estaba patrocinada por esa entidad empresarial y comercial. Cada una de las compañías tiene su repertorio bibliográfico, en lo que no nos vamos a ocupar aquí, ajustado al tiempo y espacio del simposio. La primera compañía promovió las exploraciones, el establecimiento de factorías mercantiles (según el modelo portugués) y el intercambio comercial con África y Asia. Estaban interesados, especialmente en la trata de esclavos y el negocio de las especies.
El 3 de junio de 1621, la República de las Siete Provincias otorgó a la Compañía de las Indias Occidentales carta para monopolizar el comercio atlántico interconectando África, Brasil, el Caribe y Norteamérica. Tenían sus miras puestas en el tráfico esclavista y la obtención o apoderamiento de las fuentes de sal, azúcar y tabaco. La Compañía estaba bien organizada con cinco cámaras, cámaras u oficinas, dos en Ámsterdam y Róterdam, en la provincia de Holanda; una en Middleburg (Zeeland); y dos en Hoorn y Groningen (de la zona norte). Estaba dirigida por el Heeren XIX, o una Junta de 19 señores, de clase empresarial y comercial.
Esta Junta burguesa elaboró el Deesyn Groot, o Gran Diseño, que era el plan imperialista de incursionar en América, establecer colonias y/o arrebatarle a Portugal y España las que pudiera.[14] El 8 de mayo de 1624, una flota armada por el Gobierno y la Compañía, con 1,000 hombres al mando de Jean van Dorth tomó la ciudad de Salvador, Bahía, en el nordeste de Brasil. Pero en marzo del 1625, una contraofensiva hispanoportuguesa logró recapturar la ciudad. Sin embargo, los holandeses volvieron a la carga y el 2 de marzo de 1630, una flota inmensa de 61 navíos con 7,300 hombres atacó y se apoderó de Olinda, capital de Pernambuco, gran zona de producción azucarera. Holanda estableció su emplazamiento colonial allí hasta 1654. Para que se tenga una buena idea del objetivo respecto a esta mercancía del “comercio rico”, citando de la traducción del holandés a su publicación en portugués, en su Relatório sobre as capitanías conquistadas no Brasil pelos holandeses (1639), Adrien van der Deussen (1585-1642), alto consejero de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, indicó la existencia de 166 ingenios azucareros bajo su control (que incluian hacendados portugueses y brasileños), estando la mayoría, 121 de ellos (73%) en la capitanía de Pernambuco.[15] En 1654 los portugueses consiguieron una victoria militar poniendo fin a la colonización holandesa.
Volviendo atrás, luego del fracaso en Salvador de Bahía, los holandeses decidieron dividir su flota de 34 barcos, dirigiendo la mitad hacia África occidental para atacar puestos portugueses. La otra mitad se dirigió a Puerto Rico, llegando en abril cuando comenzó el asedio de San Juan. Dos objetivos fundamentales de los holandeses eran, por supuesto, apoderarse de Puerto Rico como colonia. El otro, que venía en combo, era controlar y manejar la producción y el comercio del azúcar basado en la economía del ingenio mercantil y esclavista establecido.
En 1590, empresarios inmigrantes de Amberes habían establecido las primeras refinerías de azúcar en Ámsterdam y en Roterdam. En su obra pionera, Capitalism in Amsterdam in the 17th Century, la historiadora Violet Barbour indicó que para el 1621 había 25 refinerías en esa ciudad. En 1662 el número había crecido a alrededor de 50, con participación de inversionistas portugueses. Por entonces, la refinería del azúcar se había convertido en la industria principal de Ámsterdam.
Estoy dejando de comentar muchísimos otros detalles y eventos pertinentes de aquel tiempo. En La Isla Atlántica. Puerto Rico, publicada en el 2022, la historiadora Jennifer Wolff ha demostrado que, en aquel periodo, lejos de ser una colonia olvidada y mero “bastión militar” como se ha pintado en general, Puerto Rico constituía uno de los eslabones coloniales más importantes de los circuitos antillanos esclavistas y de contrabando comercial, y de la nueva economía mundial que se estaba estructurando. El almirante de la flota invasora, Hendrikzoon, era un oficial patrocinado por la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales.
No podemos dejar pasar sin mencionar que en la Era Dorada el arte tuvo manifestaciones extraordinarias de impacto universal. En su ensayo, La ciudad de San Juan en imágenes: siglos XVI y XVII, la historiadora del arte Ingrid Jiménez Martínez subraya la publicación del Atlas de Joan Blaeu y Laurens van der Hem, del siglo 17, con un precioso mapa de la isleta de San Juan, la bahía y sus alrededores. Es solo uno de los varios mapas y grabados que han permitido tener unos visuales impresionantes del San Juan de entonces. La burguesía holandesa montó a artistas y grabadores en sus barcos de conquista. En aquella era fue que deslumbraron pintores famosos, como Rembrandt (1606-1669), autor del cuadro con el grupo de miembros de la asociación de manufactureros textiles de Ámsterdam que sirve de portada al libro Pioneers of Capitalism.
Para el imperialismo holandés en marcha, Puerto Rico era una presa bien apetecible y muy preciada. De haber Holanda conquistado a Puerto Rico en 1625 se hubiese pegado en un Power Ball millonario, y a lo mejor hoy, en vez de español, aquí estaríamos hablando papiamento como en Curazao. Espero que con lo presentado se tenga una noción más precisa de la Holanda que asedió a San Juan.
Bibliografía
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Dussen, Adriaen van der. Relatório sobre as capitanias conquistadas no Brasil pelos holandeses (1639). Tradução, introdução e notas de:
José Antonio Gonsalves de Mello, neto. Rio de Janeiro: Instituto de Açúcar e do Álcool, 1947.
Hoving, Ab J. Nicolaes Witsen and Shipbuilding in the Dutch Golden Age. Texas: Texas A & M University Press, 2012.
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Jiménez Martínez, Ingrid María, La ciudad de San Juan en imágenes: Siglos XVI y XVII, pp. 38-73 en la obra bajo la coordinación editorial de Lillian Lara Fonseca, y con introducción de Lizette Cabrera
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Notas
[1] Para una exposición general del tema, véase el texto de Francisco Moscoso y Lizette Cabrera, Historia de Puerto Rico (2023), Capítulo 8, Tema 5: Ataque y ocupación holandesa (1625), pp. 168-169.
[2] Fernando José Géigel Sabat nació en San Juan el 1° de noviembre de 1881 y murió en la capital en 1964. Era abogado y fue administrador de San Juan en 1940.
[3] Aquí identificaremos el conjunto como Holanda; a pesar de que en el 2020 ha vuelto a la identificación oficial como Nederlands. Los Países Bajos antiguamente comprendían Holanda, Bélgica, Luxemburgo y parte noreste de Francia.
[4] Primera edición, 1971.
[5] 3.ª edición (1989); primera edición, 1967.
[6] En las postrimerías de ese periodo se inscribe el descubrimiento, la conquista y la colonización europea de América a partir de 1492.
[7] Hay que aclarar que el mercantilismo no es un sistema socioeconómico o forma de sociedad. Se refiere a políticas de estados (usualmente monárquicos) que pretendían monopolios comerciales (mediante exclusivismo colonial), con énfasis en la acumulación de metales (oro y plata principalmente) y el logro de balanzas de intercambio favorables nacionales, exportando mucho más de lo importado.
[8] Capitalismo histórico (2003). Original en inglés, Historical Capitalism (1983).
[9] El Burgués (1982); primera edición, 1913
[10] A Brief History of Commercial Capitalism (2020).
[11] En 1904 y 1905, Max Weber compuso la obra en alemán, traducida y publicada en inglés y en español más tarde, La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Se ha creado una confusión pensando que el protestantismo fue la causa del nacimiento del capitalismo. Basados en el credo del teólogo francés Jean Calvin (1509-1564), los principios de superación y éxito individual aportaron soportes ideológicos y psicológicos a los partidarios de este sistema socioeconómico.
[12] Israel, The Dutch Republic (1998:1-2).
[13] Simon Stevin (1548-1620), oriundo de Bruge (Brujas), en Flandes, emigró a Holanda y fue nombrado por Mauricio I de Nassau como waterstaet, ingeniero hidráulico. Stevin diseñó un famoso yate terrestre de ruedas para Mauricio. Fue autor de Les Ouvres Mathematiques (Leyde: Chez Bonaventure & Abrahan Elfevrier, Imprimeurs ordinaires, 1634).
[14] Este es el antecedente del “Western Design” de Gran Bretaña del periodo de gobierno de Oliver Cromwell, que condujo a la conquista de Jamaica en 1655; y más más tarde, del “Manifest Destinty” del imperialismo de Estados Unidos respecto a América Latina, en el siglo19, y de los delirios del “Make America Great Again” de hegemonía global de Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump en el siglo 21.
[15] Adriaen van der Dussen, Relatório sobre as capitanias conquistadas no Brasil pelos holandeses,1639 (1947: 80).